jueves, 2 de julio de 2015

LA DEUDA

Cuentan que Carlitos salió por la “puerta de Palmar” de la Asociación Española, caminando hacia Mario Cassinoni. La pipa apagada y la mirada de viejo gremialista perdida en sus interminables meditaciones. Muchas cuestiones desfilaban en ese momento por su cabeza.

      Pocos comprenderían su sonrisa mientras comenzaba a prender su pipa, doblando por Cassinoni hacia 18, acababa de guardar su recibo de sueldo en el bolsillo del gabán azul marino.

        Había acontecido diez meses atrás una de las huelgas más duras, “la huelga del 86". Fue en aquella oportunidad, en que el sindicato se enfrentó a una durísima patronal y también al gobierno, quienes formaron juntos un prolijo equipo (como suelen ser las luchas gremiales que ocurren en países que se creen democráticos). Al final de la batalla, junto con Carlitos, cientos de compañeros fuimos desalojados por la guardia de granaderos. Éramos: enfermeras, limpiadoras, operarios de mantenimiento, administrativos, técnicos, de diversa índole; todos escoltados por escudados gendarmes , pertrechados como para una guerra.

        Sin intención de historiar en este momento, una de las secuelas importantes de esta huelga, fue el descuento de los días de la ocupación en diez cuotas, las cuales se les descontó a los funcionarios que apoyaron la huelga (a los que expresamente no la apoyaron no se le descontó, aunque en ese mes fueron los que no fueron a trabajar). De esta forma, por diez meses los huelguistas tuvimos “marcado” nuestro recibo de sueldo con el “descuento por paro”, algo así.

          Carlitos sacó su encendedor barato y prendió su pipa dando una buena pitada. En su bolsillo estaba el recibo con la décima y última “cuota” de la huelga.  Luego de la bocanada de humo, muy cerca de él venía caminando un viejo cobrador, más próximo a la actividad gremial de otros tiempos, antiguo dirigente de la “mesa de cobradores” antes de la dictadura. Sin embargo ahora, no solamente no había acompañado aquella huelga, este señor se había convertido convenientemente en un vistoso activista pro-patronal, copartícipe de movilizaciones anti sindicales organizadas por “amarillos” históricos de la institución, junto a  antiguos jupistas y alguna alumna de la escuela del partido de derecha, para infiltración de sindicatos.

            Este antiguo amigo de Carlitos pensó que, como suele ocurrir, 10 meses alcanzarían y sobrarían para que alguien pudiera enterrar en la memoria lo que pueda causar alguna culpa. Por lo que se dispuso a saludar a su viejo y traicionado compañero de trabajo.

               -¡Eh, Carlitos!   ¿Estás loco? ¿Te estas riendo solo Carlos?  ¡ja ja!
          -Si, me estoy riendo solo- Pronunció el aludido -terminé de pagar las “cuotas de la huelga”, hoy me descontaron la décima.
             - Ah  mirá...  ¿Andas bien Carlitos?
             - Si…  Yo ya pagué, ahora a vos no te va a alcanzar el resto de la vida para pagar.

          Tengo el placer de haber conocido la sonrisa de Carlos Gonzalez, así que me la imagino. 


NOTA. Cuento autorizado por Carlos González, (el pipa) antes de desaparecer físicamente.
(Ex Dirigente gremial de A.F.A.E  en el período previo a la dictadura  y posterior). 
Guillermo Bernengo . 1998 




"La vida sentencia a los traidores a  cadena perpetua  , 
 en la peor prisión para ellos, la sociedad a la que traicionaron"


jueves, 11 de junio de 2015

La radio de Hernán


Lucía estaba haciendo torundas y tirándolas para el frasco, cuando entró en la enfermería su compañero, Orlando Reboledo.
-Lu,  por favor, tengo que hablar con tigo, estoy como loco.
-Pará un poco Lalo,  ¿querés bajar de algo? ¿qué te pasa?
-No, no,  nada que ver, Lucía. O más bien sí, quiero bajar de algo que me pasó.
-Bueno esperá que vamos a la tizanería y tomamos unos mates,  te cebo un mate y me contás, tengo el termo con tilo si querés.
-No, la Tizanería no,  no quiero que escuche Martha.
- No está Lalo, esta de media hora como nosotros y tengo la llave, dale.
-Somos amigos Lu, preciso hablar con alguien.
Lucía agarró su celular y las llaves y se sentaron un rato en la sección del otro lado del corredor.
-Parece que tenés un chisme, contame… se comentó que ante ayer te fugaste un buen rato.
Orlando se agarró la cabeza y se sentó resoplando, resignado.
-Eso mismo, ante ayer fuimos al Hotel con Virginia. Vos sabes que salgo con la licenciada Virginia hace un tiempo.
- Sí, claro. ¿Se pelearon?  Tomate el mate que no es un micrófono.
-No, no Lu, nada que ver, andamos bien. Viste que es muy frecuente encontrar a compañeras y compañeros de trabajo ahí en el “telo” que tenemos cerca del trabajo, ahí ella puede dejar el auto.
-¿A quién vieron?
-Viste que con el Doctor Hernán Larrazabal, trabajamos juntos en la emergencia móvil, además de aquí.
-Pará Lalo- Interrumpió Lucía sacándole el mate -Hernán y vos son amigotes, compinches. No te va a asustar verlo ahí, son asiduos.
- Seguro.
-¿Lo viste con alguien que no correspondía? Es un picaflor como vos, son un desastre.
-Bueno tampoco la pavada. Vos sabes que el Doctor pasa por casa los martes y jueves por que tiene guardia y me trae al trabajo.  Muchas veces salimos juntos de noche y le conozco el auto bien de bien. Si hasta se lo manejé alguna vez por estar menos en pedo que él.Le se la matrícula y los pegotines de los botijas.
Lucía miró su celular y le dijo a Orlando:
-Lalo, tenés quince minutos, me avisan que viene el camión de la proveeduría para acá,  vas a tener que mejorar la historia, ¿está muy caliente el agua?.
-Está bien, además me apuro.Pero creo que no va a alcanzar el tilo para calmarme.
-Quince minutos  muchacho, te escucho.
Cuando íbamos entrando a la pista del hotel con Virginia le dije que parara el auto.En uno de los garajes vi la cortina a medio cerrar y adentro pudimos ver al auto del bandido de Hernán,  “ja jaja” dije  “lo agarré en la jodita al tordo con la guardia baja”.Salí rápido del autode Virginia mientras el pistero estaba del otro lado abriéndonos la habitación donde íbamos a ir nosotros.Como conozco el auto de Hernán como la palma de mi mano, advertí que no tenía la alarma prendida. El Hernán se calienta y se olvida de la cabeza. Entonces le afané la radio desmontable para después joderlo y devolvérsela en el CTI, cuando nos tocara trabajar la guardia juntos o si pintaba en la emergencia móvil.
-¡Qué anormal Lalo!, no tienen límite para las bromas ustedes, eso es jugar con fuego. Bueno, vos lo conoces sabrán sus límites y sus códigos ¿Eso fue hoy?
-No Lucía querida, esto fue hace dos días. La historia no está ni por la mitad, sebame otro mate dale.
Lucía señaló el reloj blanco de su muñeca como apurando la cosa, cebó un mate espumoso y se lo entregó mientras se sentaba en sobre un armario. –Dale.
-Ayer de tarde Hernán en  la emergencia no contaba nada, estaba cayado.Yo sé que tiene guita para comprar otra radio, pero le tiene cariño, es flor de radio. Pero yo lo quería agarrar bien de sorpresa, así que esperé a hoy a que  nos encontrábamos en el CTI con el “Cortito” Edgardo,ayuda calificada para agarrar a mi amigo del doctor en falsa escuadra.
-¿Edgardo?¡Otro pistola como vos!
-Bueno bueno. Resulta que le preguntamos cómo andaba. Cómo andaban sus cositas, y nada che. ¡Nada! Estaba muy en otra.
-Bueno Lalo, hay gente de guita que se calienta cuando les tocan un mango ¿se agarraron a las piñas en pleno CTI?
-Ojalá  Lu,  ojalá–Dijo Orlando apoyando el mate y agarrándose la cabeza- ¡Carajo!.
-¿Qué te pasa Lalo?
-Nada. Resulta que el “Cortito” Edgardo para apurar la cosa le comentó a Hernán bien a lo bandido: “Che que cosa que está de moda que te roben la radio del auto en estos días, cada vez conozco más historias” y me hizo una guiñada mientras se acomodaba el tapa boca para aspirar y Hernán cantó enseguida al toque, dijo: “¡Decime a mí!,   ¡Chorros de porquería!” se cambió de box y lo seguimos cagados de la risa bajito.
-Jaaa lo agarraste, son unos locos Ustedes.Lo tenían donde querían
Pero Orlando con cara de preocupación le agarró fuerte la mano a Lucía. Su compañera de trabajo se calló la boca y esperó que dijera algo.
-El doctor Hernán vio que lo seguimos al otro box y nos dijo: “A mi esposa le están haciendo reparacionesal autito en el taller, en consecuencia, anteayer me pidió el mío para ir a ver a la madre. La muy boluda lo dejó sin alarma en la puerta de la casa de mi suegra. Y le robaron la radio, no le presto más mi auto ¡Es una boluda!”
-Hay no Lalito, ¿Qué van a hacer con la radio? ¿Conocen a la esposa del doctor?
-Creo que vamos a tirar esa radio, no sé.
Lucía guardó el termo y el mate en un armario mientras vio que sonaba su celular con un mensaje de texto, agarró del brazo a su amigo cabizbajo y le dijo:
-Lalo, vamos a tomar un poco de aire, no hagan más cagadas.
Guillermo Bernengo
2015

Marzo 2015

domingo, 22 de febrero de 2015

EL CARNAVAL Y EL ESPIRITU DE EQUIPO


Es muy frecuente escuchar que Uruguay cuenta con uno de los carnavales más extensos del mundo, en lo se refiere a días de festejo dentro del año. Más allá de desfiles generales o temáticos, zonales o departamentales se establece al mismo tiempo una gran red de “tablados” (teatros populares) donde los conjuntos carnavaleros participan de a varios por noche, donde diferentes artistas de coro, cuerpos de baile, diversos instrumentistas y utileros deben armar y cumplir con su espectáculo cuidando sus tiempos y alguna estandarización mínima de sus performances.

     Al mismo tiempo, esto se genera en torno a un Teatro Popular Central, “El gran tablado”, el “Teatro de Verano” Ramón Collazo donde se compite por un puntaje, clasificando por rubros al igual que en los desfiles.

Para todo esto son necesarios múltiples ensayos, y en el caso de las comparsas de tambores (negros y lubolos) donde el folklore afro uruguayo, el candombe, logra su máxima expresión, ensayan durante todo el año. Además  es muy importante el desarrollo del arte popular a través de la música, la danza, las artes plásticas (decorados, maquillaje, vestuario, etc.) además del respeto y recreación de aspectos antiguos del linaje humano. Pero fundamentalmente tenemos que reconocer que incide claramente en una promoción del espíritu de grupo, la cooperación y los fines colectivos.

Tengo la suerte de conocer varios casos, uno de ellos es el de mi amigo Mario  quien junto a parte de  su familia participan de un importante comparsa de tambores. Mientras su señora   “la flaca” es parte del espléndido cuerpo de baile, Mario tiene el gran honor de portar uno de los estandartes que simbolizan el grupo.  Una de sus banderas la cual es reboleada rítmicamente  por todo el desfile marcando la mística del grupo que representa.

Recuerdo uno de sus ensayos donde me quedó patente la importancia del espíritu de

grupo y cooperación colectiva en los conjuntos carnavaleros. Mucho antes de los desfiles no siempre están todos los accesorios u algunos de los de siempre,  faltan temporalmente para su re-adecuación estética o mantenimiento. Ese día Mario no tenía la bandera, ni el mástil de la misma ya que los estaban re decorando, por lo que  mi amigo preguntó:

- Vo muchachos,  no tengo ni el mástil,  ¿Qué agarro para el ensayo?

Fue cuando no tardó en aparecer el espíritu de equipo  y la cooperación. El flaco tito  del repique, por ejemplo expresó a viva vos:

- Ésta papá!

Por otro lado el Cholo Gutiérrez, jefe de pianos  (el actual tambor más grave) también se

solidarizó con el requerimiento de mi amigo:

-¡Agárrate de aquí mi negro!

Pude advertir que todos sonreían, regocijados con la algarabía del espíritu de grupo, fue cuando el Negro Mauro soltó el “chico” y comenzó a hacer movimientos seguramente folklóricos del candombe girando la cintura,  danzando mientras tocaba algunas partes de su cuerpo  y  gritó con vos gruesa:

-¡Con este mástil podes rebolear bien la bandera  Marito! Vení vení  querido.

Entre risas afectuosas vi  como mi querido amigo se sonrojaba, emocionado con los valores colectivos.

 En definitiva y sin dudas, los grupos carnavalescos enaltecen  los valores del espíritu de grupo.

Guillermo Bernengo - febrero 2015
Dedicado a Mario Santos