domingo, 22 de febrero de 2015

EL CARNAVAL Y EL ESPIRITU DE EQUIPO


Es muy frecuente escuchar que Uruguay cuenta con uno de los carnavales más extensos del mundo, en lo se refiere a días de festejo dentro del año. Más allá de desfiles generales o temáticos, zonales o departamentales se establece al mismo tiempo una gran red de “tablados” (teatros populares) donde los conjuntos carnavaleros participan de a varios por noche, donde diferentes artistas de coro, cuerpos de baile, diversos instrumentistas y utileros deben armar y cumplir con su espectáculo cuidando sus tiempos y alguna estandarización mínima de sus performances.

     Al mismo tiempo, esto se genera en torno a un Teatro Popular Central, “El gran tablado”, el “Teatro de Verano” Ramón Collazo donde se compite por un puntaje, clasificando por rubros al igual que en los desfiles.

Para todo esto son necesarios múltiples ensayos, y en el caso de las comparsas de tambores (negros y lubolos) donde el folklore afro uruguayo, el candombe, logra su máxima expresión, ensayan durante todo el año. Además  es muy importante el desarrollo del arte popular a través de la música, la danza, las artes plásticas (decorados, maquillaje, vestuario, etc.) además del respeto y recreación de aspectos antiguos del linaje humano. Pero fundamentalmente tenemos que reconocer que incide claramente en una promoción del espíritu de grupo, la cooperación y los fines colectivos.

Tengo la suerte de conocer varios casos, uno de ellos es el de mi amigo Mario  quien junto a parte de  su familia participan de un importante comparsa de tambores. Mientras su señora   “la flaca” es parte del espléndido cuerpo de baile, Mario tiene el gran honor de portar uno de los estandartes que simbolizan el grupo.  Una de sus banderas la cual es reboleada rítmicamente  por todo el desfile marcando la mística del grupo que representa.

Recuerdo uno de sus ensayos donde me quedó patente la importancia del espíritu de

grupo y cooperación colectiva en los conjuntos carnavaleros. Mucho antes de los desfiles no siempre están todos los accesorios u algunos de los de siempre,  faltan temporalmente para su re-adecuación estética o mantenimiento. Ese día Mario no tenía la bandera, ni el mástil de la misma ya que los estaban re decorando, por lo que  mi amigo preguntó:

- Vo muchachos,  no tengo ni el mástil,  ¿Qué agarro para el ensayo?

Fue cuando no tardó en aparecer el espíritu de equipo  y la cooperación. El flaco tito  del repique, por ejemplo expresó a viva vos:

- Ésta papá!

Por otro lado el Cholo Gutiérrez, jefe de pianos  (el actual tambor más grave) también se

solidarizó con el requerimiento de mi amigo:

-¡Agárrate de aquí mi negro!

Pude advertir que todos sonreían, regocijados con la algarabía del espíritu de grupo, fue cuando el Negro Mauro soltó el “chico” y comenzó a hacer movimientos seguramente folklóricos del candombe girando la cintura,  danzando mientras tocaba algunas partes de su cuerpo  y  gritó con vos gruesa:

-¡Con este mástil podes rebolear bien la bandera  Marito! Vení vení  querido.

Entre risas afectuosas vi  como mi querido amigo se sonrojaba, emocionado con los valores colectivos.

 En definitiva y sin dudas, los grupos carnavalescos enaltecen  los valores del espíritu de grupo.

Guillermo Bernengo - febrero 2015
Dedicado a Mario Santos

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