Lucía estaba
haciendo torundas y tirándolas para el frasco, cuando entró en la enfermería su
compañero, Orlando Reboledo.
-Lu, por favor, tengo que hablar con tigo, estoy
como loco.
-Pará un poco
Lalo, ¿querés bajar de algo? ¿qué te pasa?
-No, no, nada que ver, Lucía. O más bien sí, quiero
bajar de algo que me pasó.
-Bueno esperá
que vamos a la tizanería y tomamos unos mates,
te cebo un mate y me contás, tengo el termo con tilo si querés.
-No, la
Tizanería no, no quiero que escuche Martha.
- No está
Lalo, esta de media hora como nosotros y tengo la llave, dale.
-Somos amigos
Lu, preciso hablar con alguien.
Lucía agarró
su celular y las llaves y se sentaron un rato en la sección del otro lado del
corredor.
-Parece que
tenés un chisme, contame… se comentó que ante ayer te fugaste un buen rato.
Orlando se
agarró la cabeza y se sentó resoplando, resignado.
-Eso mismo, ante
ayer fuimos al Hotel con Virginia. Vos sabes que salgo con la licenciada
Virginia hace un tiempo.
- Sí, claro. ¿Se
pelearon? Tomate el mate que no es un
micrófono.
-No, no Lu,
nada que ver, andamos bien. Viste que es muy frecuente encontrar a compañeras y
compañeros de trabajo ahí en el “telo” que tenemos cerca del trabajo, ahí ella
puede dejar el auto.
-¿A quién
vieron?
-Viste que con
el Doctor Hernán Larrazabal, trabajamos juntos en la emergencia móvil, además
de aquí.
-Pará Lalo- Interrumpió
Lucía sacándole el mate -Hernán y vos son amigotes, compinches. No te va a
asustar verlo ahí, son asiduos.
- Seguro.
-¿Lo viste con
alguien que no correspondía? Es un picaflor como vos, son un desastre.
-Bueno tampoco
la pavada. Vos sabes que el Doctor pasa por casa los martes y jueves por que
tiene guardia y me trae al trabajo.
Muchas veces salimos juntos de noche y le conozco el auto bien de bien.
Si hasta se lo manejé alguna vez por estar menos en pedo que él.Le se la
matrícula y los pegotines de los botijas.
Lucía miró su
celular y le dijo a Orlando:
-Lalo, tenés quince
minutos, me avisan que viene el camión de la proveeduría para acá, vas a tener que mejorar la historia, ¿está
muy caliente el agua?.
-Está bien,
además me apuro.Pero creo que no va a alcanzar el tilo para calmarme.
-Quince
minutos muchacho, te escucho.
Cuando íbamos
entrando a la pista del hotel con Virginia le dije que parara el auto.En uno de
los garajes vi la cortina a medio cerrar y adentro pudimos ver al auto del
bandido de Hernán, “ja jaja” dije “lo agarré en la jodita al tordo con la
guardia baja”.Salí rápido del autode Virginia mientras el pistero estaba del
otro lado abriéndonos la habitación donde íbamos a ir nosotros.Como conozco el
auto de Hernán como la palma de mi mano, advertí que no tenía la alarma
prendida. El Hernán se calienta y se olvida de la cabeza. Entonces le afané la
radio desmontable para después joderlo y devolvérsela en el CTI, cuando nos
tocara trabajar la guardia juntos o si pintaba en la emergencia móvil.
-¡Qué anormal
Lalo!, no tienen límite para las bromas ustedes, eso es jugar con fuego. Bueno,
vos lo conoces sabrán sus límites y sus códigos ¿Eso fue hoy?
-No Lucía
querida, esto fue hace dos días. La historia no está ni por la mitad, sebame
otro mate dale.
Lucía señaló
el reloj blanco de su muñeca como apurando la cosa, cebó un mate espumoso y se
lo entregó mientras se sentaba en sobre un armario. –Dale.
-Ayer de tarde
Hernán en la emergencia no contaba nada,
estaba cayado.Yo sé que tiene guita para comprar otra radio, pero le tiene
cariño, es flor de radio. Pero yo lo quería agarrar bien de sorpresa, así que
esperé a hoy a que nos encontrábamos en
el CTI con el “Cortito” Edgardo,ayuda calificada para agarrar a mi amigo del
doctor en falsa escuadra.
-¿Edgardo?¡Otro
pistola como vos!
-Bueno bueno.
Resulta que le preguntamos cómo andaba. Cómo andaban sus cositas, y nada che.
¡Nada! Estaba muy en otra.
-Bueno Lalo,
hay gente de guita que se calienta cuando les tocan un mango ¿se agarraron a
las piñas en pleno CTI?
-Ojalá Lu,
ojalá–Dijo Orlando apoyando el mate y agarrándose la cabeza- ¡Carajo!.
-¿Qué te pasa
Lalo?
-Nada. Resulta
que el “Cortito” Edgardo para apurar la cosa le comentó a Hernán bien a lo
bandido: “Che que cosa que está de moda que te roben la radio del auto en estos
días, cada vez conozco más historias” y me hizo una guiñada mientras se
acomodaba el tapa boca para aspirar y Hernán cantó enseguida al toque, dijo:
“¡Decime a mí!, ¡Chorros de porquería!”
se cambió de box y lo seguimos cagados de la risa bajito.
-Jaaa lo
agarraste, son unos locos Ustedes.Lo tenían donde querían
Pero Orlando
con cara de preocupación le agarró fuerte la mano a Lucía. Su compañera de
trabajo se calló la boca y esperó que dijera algo.
-El doctor Hernán
vio que lo seguimos al otro box y nos dijo: “A mi esposa le están haciendo reparacionesal
autito en el taller, en consecuencia, anteayer me pidió el mío para ir a ver a la
madre. La muy boluda lo dejó sin alarma en la puerta de la casa de mi suegra. Y
le robaron la radio, no le presto más mi auto ¡Es una boluda!”
-Creo que
vamos a tirar esa radio, no sé.
Lucía guardó
el termo y el mate en un armario mientras vio que sonaba su celular con un
mensaje de texto, agarró del brazo a su amigo cabizbajo y le dijo:
-Lalo, vamos a
tomar un poco de aire, no hagan más cagadas.
Guillermo Bernengo
2015
2015
Marzo 2015
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