jueves, 11 de junio de 2015

La radio de Hernán


Lucía estaba haciendo torundas y tirándolas para el frasco, cuando entró en la enfermería su compañero, Orlando Reboledo.
-Lu,  por favor, tengo que hablar con tigo, estoy como loco.
-Pará un poco Lalo,  ¿querés bajar de algo? ¿qué te pasa?
-No, no,  nada que ver, Lucía. O más bien sí, quiero bajar de algo que me pasó.
-Bueno esperá que vamos a la tizanería y tomamos unos mates,  te cebo un mate y me contás, tengo el termo con tilo si querés.
-No, la Tizanería no,  no quiero que escuche Martha.
- No está Lalo, esta de media hora como nosotros y tengo la llave, dale.
-Somos amigos Lu, preciso hablar con alguien.
Lucía agarró su celular y las llaves y se sentaron un rato en la sección del otro lado del corredor.
-Parece que tenés un chisme, contame… se comentó que ante ayer te fugaste un buen rato.
Orlando se agarró la cabeza y se sentó resoplando, resignado.
-Eso mismo, ante ayer fuimos al Hotel con Virginia. Vos sabes que salgo con la licenciada Virginia hace un tiempo.
- Sí, claro. ¿Se pelearon?  Tomate el mate que no es un micrófono.
-No, no Lu, nada que ver, andamos bien. Viste que es muy frecuente encontrar a compañeras y compañeros de trabajo ahí en el “telo” que tenemos cerca del trabajo, ahí ella puede dejar el auto.
-¿A quién vieron?
-Viste que con el Doctor Hernán Larrazabal, trabajamos juntos en la emergencia móvil, además de aquí.
-Pará Lalo- Interrumpió Lucía sacándole el mate -Hernán y vos son amigotes, compinches. No te va a asustar verlo ahí, son asiduos.
- Seguro.
-¿Lo viste con alguien que no correspondía? Es un picaflor como vos, son un desastre.
-Bueno tampoco la pavada. Vos sabes que el Doctor pasa por casa los martes y jueves por que tiene guardia y me trae al trabajo.  Muchas veces salimos juntos de noche y le conozco el auto bien de bien. Si hasta se lo manejé alguna vez por estar menos en pedo que él.Le se la matrícula y los pegotines de los botijas.
Lucía miró su celular y le dijo a Orlando:
-Lalo, tenés quince minutos, me avisan que viene el camión de la proveeduría para acá,  vas a tener que mejorar la historia, ¿está muy caliente el agua?.
-Está bien, además me apuro.Pero creo que no va a alcanzar el tilo para calmarme.
-Quince minutos  muchacho, te escucho.
Cuando íbamos entrando a la pista del hotel con Virginia le dije que parara el auto.En uno de los garajes vi la cortina a medio cerrar y adentro pudimos ver al auto del bandido de Hernán,  “ja jaja” dije  “lo agarré en la jodita al tordo con la guardia baja”.Salí rápido del autode Virginia mientras el pistero estaba del otro lado abriéndonos la habitación donde íbamos a ir nosotros.Como conozco el auto de Hernán como la palma de mi mano, advertí que no tenía la alarma prendida. El Hernán se calienta y se olvida de la cabeza. Entonces le afané la radio desmontable para después joderlo y devolvérsela en el CTI, cuando nos tocara trabajar la guardia juntos o si pintaba en la emergencia móvil.
-¡Qué anormal Lalo!, no tienen límite para las bromas ustedes, eso es jugar con fuego. Bueno, vos lo conoces sabrán sus límites y sus códigos ¿Eso fue hoy?
-No Lucía querida, esto fue hace dos días. La historia no está ni por la mitad, sebame otro mate dale.
Lucía señaló el reloj blanco de su muñeca como apurando la cosa, cebó un mate espumoso y se lo entregó mientras se sentaba en sobre un armario. –Dale.
-Ayer de tarde Hernán en  la emergencia no contaba nada, estaba cayado.Yo sé que tiene guita para comprar otra radio, pero le tiene cariño, es flor de radio. Pero yo lo quería agarrar bien de sorpresa, así que esperé a hoy a que  nos encontrábamos en el CTI con el “Cortito” Edgardo,ayuda calificada para agarrar a mi amigo del doctor en falsa escuadra.
-¿Edgardo?¡Otro pistola como vos!
-Bueno bueno. Resulta que le preguntamos cómo andaba. Cómo andaban sus cositas, y nada che. ¡Nada! Estaba muy en otra.
-Bueno Lalo, hay gente de guita que se calienta cuando les tocan un mango ¿se agarraron a las piñas en pleno CTI?
-Ojalá  Lu,  ojalá–Dijo Orlando apoyando el mate y agarrándose la cabeza- ¡Carajo!.
-¿Qué te pasa Lalo?
-Nada. Resulta que el “Cortito” Edgardo para apurar la cosa le comentó a Hernán bien a lo bandido: “Che que cosa que está de moda que te roben la radio del auto en estos días, cada vez conozco más historias” y me hizo una guiñada mientras se acomodaba el tapa boca para aspirar y Hernán cantó enseguida al toque, dijo: “¡Decime a mí!,   ¡Chorros de porquería!” se cambió de box y lo seguimos cagados de la risa bajito.
-Jaaa lo agarraste, son unos locos Ustedes.Lo tenían donde querían
Pero Orlando con cara de preocupación le agarró fuerte la mano a Lucía. Su compañera de trabajo se calló la boca y esperó que dijera algo.
-El doctor Hernán vio que lo seguimos al otro box y nos dijo: “A mi esposa le están haciendo reparacionesal autito en el taller, en consecuencia, anteayer me pidió el mío para ir a ver a la madre. La muy boluda lo dejó sin alarma en la puerta de la casa de mi suegra. Y le robaron la radio, no le presto más mi auto ¡Es una boluda!”
-Hay no Lalito, ¿Qué van a hacer con la radio? ¿Conocen a la esposa del doctor?
-Creo que vamos a tirar esa radio, no sé.
Lucía guardó el termo y el mate en un armario mientras vio que sonaba su celular con un mensaje de texto, agarró del brazo a su amigo cabizbajo y le dijo:
-Lalo, vamos a tomar un poco de aire, no hagan más cagadas.
Guillermo Bernengo
2015

Marzo 2015